La Toráh nos manda:

 

Amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y toda fueza.

 

Creer absolutamente en Dios y confiar en Él en todos tiempos. Obedecer a las leyes de la Toráh y cumplirla con todo el corazón.

 

Servir a Dios con profunda reverencia y ser íntegro.

 

Orar a Dios por la felicidad y bienestar del tsar (emperador), su familia y país en el cual nosotros vivimos.

 

Someterse a las direcciones de nobleza y resoluciones de los tribunales.

 

Amar y apreciar cada persona.

 

Ayudar al pobre.

 

Honrar el anciano y personas quienes son más viejas que nosotros.

 

Cada varón debe visitar la Tierra Santa (cuando posible) en el tiempo de los festivales de peregrinación - Sukkot, Pesaj y Shavuot, o por lo menos visitar la Kenasa para

oración, y dar una contribución financiera de acuerdo a sus posibilidades.

 

El octavo día tras el nacimiento se le debe circuncidar a cada chico.

 

Cumplir lo más pronto posible lo que ha sido prometido.

 

Preservar la virginidad de las muchachas hasta el casamiento.

 

Arrepentirse y rezar por el perdón de nuestro pecado.

 

No oprimir a viudas y huérfanos.

 

Ayudar a levantar el ganado que haya caído.

 

Pagar el salario al jornalero inmediatamente después del trabajo.

 

Devolver el objeto perdido al  propietario original si nosotros lo encontramos.

 

Destruir el pote de arcilla y echar la comida, si cae en él un animal ritualmente impuro (rata, laucha, varios tipos de lagartos, lagartijas, camaleón).

 

Lavar el cuenco de metal o madera y echar la comida si cae en él un animal ritualmente impuro.

 

Comer solamente pez que posee escama y aletas.

 

Comer solo animales que rumian y que tienen los cascos hendidos. Comer solo aves ritualmente puras.

 

No desviar al ciego de su camino.

 

No difamar al sordo.